DECLARACIÓN PÚBLICA MOVIMIENTO NACIONAL POR LA RECONSTRUCCIÓN JUSTA MNRJ
Somos un millón de
damnificados/as y no existimos. Existen sólo los 156 muertos y 25 desaparecidos
del tsunami, ni siquiera los 368 muertos del terremoto. Si existe la docena de
funcionarios de la Concertación que ese 27 de febrero no sintieron el
terremoto, existe un charlatán colombiano que predice las peores catástrofes de
la historia, y existe un ministerio que se atribuye elevadas cifras de
soluciones habitacionales por un proceso de reconstrucción que no es real.
Vivimos en un país
ridículo y desde las 3:34 de la madrugada del 27 de febrero del 2010, que hemos
vivido un proceso de reconstrucción absurdo. Primero bajo un equipo de expertos
en gestión de riesgo sin sentido común, sin memoria histórica, sin capacidad
para decidir lo que miles de ciudadanos/as si decidieron apenas terminaron los
tres minutos del movimiento telúrico gracias a su experiencia y a su historia,
no a los planes del Estado: correr hacia lo más alto, porque un terremoto que
te hace perder el equilibrio, es un tsunami seguro.
Luego, un mes de
shock emocional colectivo, que dejó a las regiones del Maule y el Bío Bío en la más
completa indefensión; y al millón de damnificados/as, en la incertidumbre.
Chile es un país
con una sólida experiencia en gestión de la información. El Instituto Nacional
de Estadísticas es uno de los primeros de Latinoamérica y su prestigio es
interoceánico. ¿Cómo, con una base de datos tan completa, que incluye el rol de
todas las viviendas que se han construido a lo largo del país, las condiciones
sociales de todas las familias en situación de pobreza y extrema pobreza, un
censo con información detallada de cada cuadra de Chile, un padrón de votantes
que vendía por millones a los partidos políticos, un registro civil hiper
moderno, que es capaz de identificar plenamente a cada compatriota y su
familia, un servicio de impuestos internos y un dicom, que puede entregar
información detallada de todos los bienes y deudas de las personas, y mucho
más? ¿Cómo con tantas herramientas de información y control de la población, el
Estado demoró diez meses en identificar apenas al 75% de los/as damnificados/as?
Y no sólo eso,
además de no esforzarse por identificar a todos los/os damnificados/os, dejó
fuera del Plan de Reconstrucción a 60 mil familias de manera absolutamente
arbitraria,sin utilizar ningún método transparente para seleccionar a quienes
recibirían un subsidio de reconstrucción, y además contraviniendo las
recomendaciones internacionales por el derecho a la vivienda de no discriminar
a nadie por ninguna razón, ni siquiera por la tenencia de otra propiedad.
Esto implica, que
hoy tengamos a 270 mil damnificados/as que no existen para el Estado, y a otros
180 mil que no son dignos de participar en el “Plan” de Reconstrucción, porque
a pesar de todo, HOY NO EXISTE UNA
POLÍTICA PÚBLICA para la gestión de los efectos de los desastres naturales
y por ende, no existe una política pública de reconstrucción que le garantice a
todos/as los/as ciudadanos/as “derechos”, no beneficios ni migajas.
Sumemos para no
perder las proporciones: 270 mil damnificados/as no identificados + 180 mil
damnificados/as discriminados + 700 mil damnificados/as con certificado de
subsidio. En total, tenemos a un millón 150 mil seres humanos VIVOS; invisibles
para la opinión pública; para los parlamentarios del oficialismo y la oposición
que discuten si Bachelet es o no culpable; para los funcionarios de gobierno
que celebran cifras mentirosas; y para los medios de comunicación que divulgan
una falsa alarma de calamidad pública, sin considerar las secuelas psicológicas
que dejó el megaterremoto/tsunami del 2010.
Hoy, cuando se
cumplen 27 meses del 27F, sólo hay 20 mil casas reconstruidas, de las 370 mil
que se perdieron.
Esto ocurre, porque
al absurdo de bajar la alerta de tsunami y a la decisión inverosímil de no
identificar a los damnificados, se suma la idea aún más irracional, de usar los
mismos subsidios habitacionales de siempre, para atender una mega catástrofe
con un millón de damnificados, el 5% de la población total de este pequeño país
esquina con vista al mar.
Desde el inicio del
proceso de reconstrucción, todas las organizaciones de damnificados informaron
de manera frecuente e insistente a las autoridades locales, regionales y
nacionales, que los subsidios ¡No servían para reconstruir! Pero dialogamos con
una clase política tozuda que por razones ideológicas y oportunistas desprecia
la voz, la experiencia y la reflexión de la ciudadanía. A tal punto llegó el
absurdo del Plan de Reconstrucción en base a subsidios tradicionales, que el
Ministerio de Vivienda tuvo que aplicar 4 mil resoluciones exentas para que los
subsidios sirvieran de algo.
Hoy, 20 de mayo,
hemos llegado al clímax de este largo proceso de humillaciones, abusos de
poder, insensibilidad mediática e irracionalidad política.
Haciendo caso omiso
del estrés postraumático, las crisis de pánico, la angustia, la ansiedad y la
depresión que afecta a miles de personas que arrancaron de las cuatro olas del
tsunami, de los edificios que se derrumbaron, y de las 200 mil viviendas que
resultaron destruidas; los grandes medios de comunicación hacen un festín con
las predicciones de un charlatán oportunista que goza con el desconsuelo y el
dolor de aquellos/as que por tercera vez, pasarán un invierno en mediaguas
A los periodistas y
medios de comunicación les pedimos más respeto, por favor. Si no van a
contribuir con una mirada democratizadora al proceso de reconstrucción; lo
mínimo que pueden hacer por nosotros/as, el millón de damnificados/as, es
respetarnos y no especular con nuestro dolor.
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