El conjunto habitacional construido en los años sesenta presenta graves problemas en su estructura. Los vecinos están durmiendo en las calles mientras un grupo de jóvenes de "Un techo para Chile" los ayuda a sacar los escombros.
Texto AP / Fotos UPI
SANTIAGO.- Voluntarios universitarios trasladan, desde un cuarto piso, los escombros de un apartamento destruido en la Villa Olímpica, de Ñuñoa, mientras algunos moradores recopilan sus pertenencias para protegerlos de nuevos sismos.
Si bien los rastros del terremoto del sábado son más evidentes en la zona sur que en la capital, en Santiago miles de personas sufrieron la pérdida de sus viviendas y muchos han tenido que refugiarse bajo modestas carpas.
Varias decenas de bloques de edificios quedaron inhabitables en la Villa Olímpica, construida en 1962 para el torneo mundial de fútbol que se realizó en el país. En el enorme complejo viven más de 10 mil personas.
Patricio Enero, propietario de un apartamento de dos niveles en un segundo piso, acopla con su familia sus bienes para rescatarlos de nuevos sismos que puedan producirse. Mientras tanto, viven en una plazuela cercana en una carpa.
"Nos quedamos arriba en los dormitorios. Si hubiéramos escapado por la escalera probablemente nos habrían caídos encima estos bloques de cemento", dice mostrando dos pesados trozos de cemento que quedaron entre los peldaños de lo que fue su apartamento.
Un techo para Chile
Un grupo de jóvenes universitarios de Un techo para Chile, traslada mano a mano desde un cuarto piso los escombros de unos de los apartamentos destruidos.
"La policía recomendó hacerlo para aliviar el peso del edificio, mientras se resuelve si puede ser rehabilitado", dijo uno de los universitarios.
En otro de los bloques de la villa, la auxiliar de enfermería Cecilia Zúñiga trataba de sacar junto a su hijo y algunos voluntarios los enseres del apartamento que arrendaba en un cuarto piso. Los destrozos saltan a la vista y hacen innecesario preguntar si quedó inhabitable. "No sabemos dónde ir, pero tenemos que salir de aquí", dijo casi llorando y agrega que espera que la autoridad los ayude a resolver su falta de casa.
Un piso más abajo, un joven matrimonio de estudiantes de Antropología dicen resignados que tendrán que buscar un nuevo lugar, mientras reúnen también sus enseres.
Algunos metros de distancia, Natalia Lemuñir, una estudiante de ingeniería comercial de 21 años, está viviendo en una pequeña carpa junto a su marido y su hijo de 3 años, luego de que su apartamento en un segundo piso quedara también inutilizado. "Estamos con otras dos familias compartiendo las comidas que hacemos en conjunto", dijo Natalia.
Solidaridad en la Villa Portales
También en forma comunitaria han tenido que enfrentar la catástrofe los cientos de familias que habitan la cincuentenaria Villa Portales. Una quincena de carpas los alberga mientras esperan que las autoridades puedan resolver sus problemas básicos.
"Gracias a la ayuda de los vecinos hemos podido comer y ahora estamos preparando arroz con huevo frito gracias a una donación de un comerciante", dice Nancy Solís, una joven madre de cuatro hijos. "Nos estamos organizando para mantener la limpieza y el orden", cuenta.
La Oficina Nacional de Emergencia les llevó algún abrigo y les prometió alimentos, por lo que están un poco más aliviados.
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